Paseos romanos.


Ya te he hablado en otras ocasiones de Roma, esa ciudad a la que siempre que puedo, me escapo sin pensármelo dos veces. 


En esta ocasión, te propongo un recorrido que nos llevará a través de los rioni de Trevi, Colonna, Pigna, Sant´Eustaquio, Parione y Ponte, convencida de que será un paseo en el que te reencontrarás con cosas ya conocidas, aunque solo sea porque las has visto en fotos, pero también con otras que seguro te sorprenderán.

¡Vamos allá!

Mi punto de partida se encuentra en la Piazza Accademia di San Luca, lugar donde se levanta el Palacio Carpegna, actual sede de esta Accademia que, desde 1593, dedica su espacio a las enseñanzas artísticas y que acogió, y todavía acoge entre sus muros, tanto a artistas italianos como extranjeros de renombre internacional.

En su jardín, el inquietante Sátiro del artista Michelle La Spina llama mi atención. 

Imposible sustraerse a su mirada.


Por Via della Stamperia me voy acercando a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Antes de doblar la esquina, el sonido del agua ya llega a mis oídos anunciándome que estoy a dos pasos de una teatral arquitectura, obra de Nicola Salvi. Sí, he llegado a la espléndida Fontana di Trevi.

Por desgracia, actualmente se están llevando a cabo labores de restauración, lo que imposibilita su visibilidad.

Pero antes de dejarla atrás, un consejo. Cuando la rehabilitación acabe y vuelva a correr el agua por ella, acércate de noche, después de haber cenado en la Spaghetteria L´Archetto (via dell'Archetto 26) y a ser posible ya de madrugada.


Me alejo de la Fontana por Via delle Muratte para desembocar en la transitada Via del Corso. La cruzo y continuo de frente por Via di Pietra hasta llagar a la plaza homónima donde, once columnas majestuosas y un muro de la cella continúan en pie desde el año 145 d.C. Estoy ante los restos del Templo de Adriano


Para contemplarlo con tranquilidad y disfrutar de esta plaza peatonal, nada mejor que hacerlo sentada junto a las buganvillas del Salotto 42, mientras doy buena cuenta de un aperitivo.

Fotografía de la página Salotto 42

De nuevo en marcha giro a la izquierda por Via dei Bergamaschi, camino del centro neurálgico de la política italiana. 

A un lado la Piazza di Montecitorio, sede la Cámara de los Diputados, y al otro Piazza Colonna, lugar donde comparten espacio el Palazzo Chigi, sede del Gobierno y residencia del Primer Ministro, y la grandiosa Colonna di Marco Aurelio.


Yo no soy de centros comerciales pero te informo de que, justo enfrente, se encuentra la imponente Galleria Alberto Sordi, inaugurada en 1922 y rebautizada con el actual nombre en 2003, año de la muerte de este famoso actor romano. Aunque no tengo intención de ir de tiendas accedo a su interior, comprobando que su visita merece la pena.

Sigo mi camino poniendo rumbo hacia Piazza della Rotonda, no más de 5 minutos andando, para extasiarme ante la imponente obra de ingeniería arquitectónica que, durante la etapa imperial de Adriano, se llevó a cabo sobre el anterior templo de Agripa.  He llegado a Il Pantheon.


Al acceder, el único ojo de la ciclópea cúpula me observa deambular a través de las sepulturas de Rafael, Vignola, Annibale Carracci, Corelli, Zuccari...


Desgraciadamente hoy no es Pentecostés, con lo cual me quedo con las ganas de ver el espectáculo de la Lluvia de Pétalos que los bomberos lanzan desde el grandioso óculo.

Para otra ocasión, trataré de hacer coincidir las fechas.

Fotografía de James Martin SJ
Un apunte curioso. 

En esta plaza se encuentra uno de los hoteles más antiguos de la ciudad, el Albergo del Sole, erigido en 1467. En su fachada podrás leer que, entre sus huéspedes, contaron con la presencia de personajes como el poeta Ariosto, en 1513, o el compositor Mascagni en 1890.

Bordeo el grandioso edificio para, en la pequeña Via della Palombella, encontrarme con los restos de la Basilica di Neptuni, levantada por Agripa al mismo tiempo que el Pantheon. 

Como ves, en cualquier rincón hay algo interesante.


Y ya que estoy aquí, nada mejor que acercarme hasta la Piazza di Sant`Eustachio para tomarme uno de los mejores cafés de la ciudad. En el nº 82 y desde 1938, la mezcla y molienda de los granos es un proceso secreto que ha sabido cautivar los paladares más exigentes. Es el Sant`Eustachio Caffè.

Fotografía de la página  Sant`Eustachio Caffè
No te preocupes, ahora también entran mujeres. 

Después de un merecido café, es momento de dirigirme por Via di Santa Chiara hasta la Piazza della Minerva. En el centro, el simpático elefante diseñado por Bernini, sigue soportando sobre su lomo el obelisco egipcio. 

La alegoría de esta extraña composición la podemos leer en el basamento, donde se recogen las palabras del papa Alejandro VII:


"Se necesita una mente robusta para sostener una sólida inteligencia"

Acompañando a esta curiosa escultura, la Basílica de Santa Maria Sopra Minerva, la Biblioteca del Senato della Repubblica y el Grand Hotel de la Minerve. En este último se encuentra el restaurante Minerva Roof Garden, un lugar donde me han dicho que podré disfrutar no solo de una cena excelente, sino de unas vistas hipnóticas. Apuntado queda.

Tras este inciso, continuo por Via di Pie di Marmo. He de ir atenta pues, en la esquina con Via di Santo Stefano del Cacco, se encuentra el objeto encargado de dar nombre a esta calle. 

Fotografía de Alessandra Mezzasalma
Lo único que se sabe de él, es que no se sabe nada.

Y atenta sigo, ahora por Via della Gatta

He dejado atrás la Galleria Doria Pamphili. Hoy no entro, pero tú no dejes de hacerlo si te gustan Caravaggio y Velázquez. En ella podrás contemplar, del primero, El descanso en la huida a Egipto y La Magdalena penitente y, del segundo, el Retrato de Inocencio X Pamphili. Te aseguro que merece la pena.

Estoy llegando a Piazza Grazioli y es aquí, en el Palacio de igual nombre, donde un hombre apodado Il Cavaliere tuvo -y creo sigue teniendo- su residencia. 

Levanto la vista y, sobre la primera de sus cornisas, una pequeña escultura llama mi atención. Se trata de una gatta


Al parecer, fue descubierta entre los restos del antiguo Templo de Isis y dicen que fue colocada aquí en recuerdo de una gata que, viendo a un niño en peligro sobre la cornisa, maulló y maulló para llamar la atención de la madre, evitando así, que el pequeño se precipitara al vacío. En honor a ella, la calle.

Salgo a Via del Plebiscito. Ante la fachada del enorme templo jesuita, obra de Vignola y Giacomo della Porta, el viento no cesa un momento.

Una leyenda romana cuenta que el Diablo, siempre acompañado por dicho elemento en sus caminatas, al pasar por delante de Il Gesù quiso entrar, y le pidió que esperase ahí hasta que saliera. Pero nunca lo hizo y, desde entonces, aguarda paciente en la plaza su regreso.

Yo también entro.


El misticismo lo inunda todo y siguiendo los pasos de dos monjas, me dirijo hasta la siguiente parada.


Acabo de llegar a una de las residencias de gatos más famosas de toda Roma. 

Entre las ruinas de cuatro edificios sagrados de época republicana y rodeados de tráfico por todos lados, una enorme colonia felina decidió que este era el lugar perfecto para vivir y en él se instaló. Afortunadamente, una asociación gatuna se encarga de cuidarlos y alimentados.

Te aseguro que estos pequeños habitantes de Largo di Torre Argentina son toda una institución en la ciudad.


Camino por Corso Vittorio Emanuele II, dejando a mi izquierda la Basílica de Sant´Andrea della Valle,  y continúo por Via di San Pantaleo. Quiero enseñarte una estatua parlante.


En una de las esquinas del Palazzo Braschi, los cuerpos de Menelao y Patroclo se levantan sobre un pedestal cubierto por completo por libelos. Estoy ante Il Pasquino, escultura elegida, desde el XVI, como lugar donde mostrar el desacuerdo de la ciudadanía contra gobierno e iglesia -o contra cualquiera- y de cuyo nombre derivó la palabra pasquín.

Por fortuna, ahora ya no sentencian a la pena capital por pegarlos.

A mi derecha, la Via del Governo Vecchio se abre a los amantes de las tiendas vintage. 


Pero también a los amantes de la pizza ya que, en el nº 114, se encuentra uno de los mejores locales para degustarla, la Pizzeria da Baffetto

Como siempre, hoy también hay que hacer cola.

Una vez conseguido el objetivo de "mangiare la pizza" paso por delante de la Piazza Navona, pero ahora no me detengo. Mejor espero a que sea más tarde para contemplarla sin tanto público.


Salgo al Corso del Rinascimento para hacer una primera parada en Sant´Ivo alla Sapienza, la obra de Borromini donde concavidades y convexidades se mezclan configurando un barroco pleno.


Y de aquí a San Luigi dei Francesi pues, venir a Roma y no acercarse hasta ella es algo que no debes hacer, si eres un fan de Michelangelo Merisi da Caravaggio. Tres obras, cargadas de fuerza y dinamismo, aguardan tu llegada en la Capilla Contarelli desde fines del XVI. 

La seducción es inmediata.


De nuevo en la calle, subo hasta la Piazza delle Cinque Lune y por Via Pianellari alcanzo otro lugar cargado de leyenda.

Se trata de la Torre della Scimmia.


Hace ya unos cuantos siglos, el propietario de la torre -recién estrenado como padre y dueño de una mascota peculiar, una mona- se llevó el susto de su vida. 

El simio, envidioso del nuevo inquilino y aprovechando un despiste paterno, se hizo con el recién nacido y se le llevo hasta lo alto de atalaya con intención de hacerlo desaparecer. Al descubrir la maniobra, el padre, aterrado, se encomendó "alla Madonna" prometiéndole que si el pequeño se salvaba colocaría en ese lugar una estatua de ella y un farolillo para la eternidad. Tras formular la promesa, la mona cambió sus intenciones y decidió depositar al niño sobre el suelo.

De tal hecho no hay constancia escrita pero, el fanal y la madonnina, sí están ahí. Solo tengo que alzar la vista para comprobarlo.

Y junto al portal también sigue, parada en el tiempo, una barbería de las de antaño. Un local al que Enric González iba a cortarse el pelo según cuenta en "Historias de Roma" ese libro del que ya te hablé.


Sigo la Via dell´Orso, cuyas casas del XVI decoran su bajos con talleres dedicados a la restauración y a la artesanía, dejándome llevar hasta otro de los hoteles más antiguos de la ciudad, actualmente reconvertido en restaurante. 


Se trata del antiguo Albergo dell´Orso, fundado en 1517. Un edificio muy singular al que merece la pena acercarse.

Y ahora sí, es momento de volver a Piazza Navona


Con la noche acechando la ciudad, el antiguo stadium de Domiciano va adquiriendo una atmósfera mágica, potenciada por la conjunción de luces y sombras que, en un juego perfecto, dotan de vida a los ríos de Bernini.


Mi paseo ha llegado a su fin. Es momento de volver al hotel para, tras los arreglos oportunos, disfrutar de una cena a la altura de un día así. 

Lo he decidido,  Minerva Roof Garden ¡allá voy!.

Fotografía de minervaroofgarden.it



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