Por Giudecca y San Giorgio Maggiore

Hoy me voy de travesía otra vez, pero en esta ocasión de duración mínima. Dando un paseo, desde mi centro de operaciones, me he venido caminando hasta la Fondamenta delle Zattere y aquí, teniendo de guardaespaldas la Iglesia de Santa Maria della Visitazione, espero la llegada del vaporetto nº 2, concretamente en la parada "Zattere".


El primer destino se encuentra frente a mí y no es otro que la Isola della Giudecca, un sitio precioso aunque por desgracia, en demasiadas ocasiones su vista se oculta detrás de lo que algunos italianos denominan "grattaccieli galleggianti" (rascacielos flotantes) y yo denomino monstruos marinos. 



Son numerosas las voces que se alzan en contra de que, estos mastodónticos barcos, atraviesen por el canal de la Giudecca de manera continuada, amenazando el ecosistema lagunar, contaminando con sus aguas fecales y su carburante, moviendo volúmenes de agua enormes que ponen en peligro los cimientos de las casas...y por si todo esto te parece poco imagina qué ocurriría si alguno de ellos se desviara de su dirección, como le paso al Costa Concordia cuando el capitán Schettino, en un alarde de chulería, tuvo la feliz idea de acercarse más de la cuenta a la costa de la Isla de Giglio. ¿Te lo habías planteado alguna vez?

Mientras pienso en todo esto, mi autobús acuático ya ha llegado al embarcadero y subo a él para atravesar el canal, dejando atrás a Venecia.



En la primera parada "Palanca" desciendo.


Comienzo a andar por esta isla poco transitada, tranquila y que para la "gente de la generación de los padres de Brunetti, era la Patagonia", voy por las Fondamente Sant`Eufemia y Biagio.


Mi paso es lento. Quiero disfrutar de una maravillosa perspectiva de la ciudad flotante que poca gente, que llega hasta ella, conoce. Te aconsejo que des el salto, seguro que no te defraudará.


Me encamino hacia un gigantesco edificio de ladrillo construido a finales del XIX en estilo neogótico, el Molino Stucky. Desde hace muchos años ya no sirve de silo, ni muele el grano para hacer harina. Tras un largo periodo de restauración y algunos percances, como el incendio ocurrido en 2003, ahora encierra entre sus paredes un lujoso hotel de la cadena Hilton y según he podido leer, desde su azotea se puede disfrutar de una vista increíble, acompañada por un buen cóctel. Habrá que probarlo en alguna ocasión.


Lo rodeo para tener una visión general de él y me pierdo por las calles aledañas para ver, a lo lejos, la isla de Sacca Sessola. Ésta fue lugar de cultivo de rosas, refugio para enfermos pulmonares y espacio donde la UNESCO promovió la creación de un centro de conservación cultural sobre el ecosistema lagunar. Ahora, vendida a una multinacional y por tanto de propiedad privada, acogerá en 2014 a turistas. La cadena Marriott se ha instalado para abrir las puertas de un nuevo hotel. ¿Qué raro no?.

A la izquierda de ella se encuentra otra isla de dimensiones más reducidas, la de San Clemente, visible también desde donde me encuentro.

Es curioso, esta isla a lo largo de los siglos ha tenido siempre huéspedes, aunque de características muy diferentes. Actualmente son turistas los que llegan hasta ella para disfrutar, como no podía ser de otra manera, de un hotel de lujo pero, con anterioridad, fueron peregrinos que se dirigían a tierra santa, invitados ilustres del Estado Veneciano y mujeres con problemas mentales o quizá no, como Ida Dalser, primera de las mujeres que pasarían por la vida de Mussolini. Ella, como muchas otras, estuvo entre los muros del hospital psiquiátrico que se levantó aquí.

La arquitectura de la Giudecca no es lujosa, son casas familiares de poca altura, con tejados a dos aguas y pintadas en colores que van, desde el amarillo de Nápoles, al rojo veneciano.

Su disposición crea pequeños "campi" donde sus habitantes tienden la ropa al viento del Adriático.



Y donde también hay lugar para la creación de pequeños jardines. Deleite de propios y extraños, como yo.



Sigo mi camino y voy a salir a un espacio alargado, en cuyo centro se alza el pozo y al que flanquean, por su derecha, una sucesión de casas modestas del siglo XVII, pero con una característica curiosa. La estructura del tiro de los hogares es visible desde el exterior y se rematan con preciosas chimeneas de formas acampanadas, a dado, o clásicas. Alza la mirada cuando estés en Venezia, siempre encontrarás cosas curiosas.



Estoy cerca de la Calle delle Erbe y hacia ella me dirijo pues, he leído que aquí se encuentra, en el número 268, el restaurante All´Altanella, cuya terraza flota sobre el agua del Rio del Ponte Lungo y su comida se encuadra en la tradición véneta.

No me he podido resistir a entrar y he dado buena cuenta de un guiso de sepia con polenta, de rechupete, al tiempo que disfrutaba de esta vista de Santa Maria della Salute.



Una vez terminada la comida, ahora me encamino en dirección contraria, esto es, por la fondamenta Ponte Lungo hasta llegar a la puerta de la Basílica del Redentore, proyecto de Palladio. Se construyó como agradecimiento por la finalización de la peste, que había acabado con buena parte de la población véneta durante los años que van de 1575 a 1577.

Desde su inauguración a finales del XVI, el tercer domingo de julio se celebra su fiesta. Entre los eventos que se organizan están: la colocación de un puente que une Venezia con la puerta de entrada a la Iglesia para el paso de la procesión, un espectáculo pirotécnico desde el Bacino di San Marco y una regata que se desarrolla por el Canal della Giudecca.


Imagen perteneciente a la página hellovenezia.com

Imagen perteneciente a la página hellovenezia.com

Seguro que es bonito de ver, pero me temo que el exceso de gente debe hacer la ciudad intransitable, como ocurre en Carnaval.

Sigo caminando por las Fondamente Croce y Zitelle. En esta última, en el número 86, se encuentra el único albergue de Venezia bajo el nombre de Ostello Venezia que puede leerse en su fachada. En contraposición y como curiosidad te diré que, a pocos pasos de él se ubica el que, con toda probabilidad, sea el hotel más caro y lujoso de toda la ciudad, el Cipriani.

Como ves, te doy a elegir...

Dicho ésto, continuo a lo mío. De nuevo espero al vaporetto nº 2 para que me lleve hasta mi segundo destino de hoy, la isla de San Giorgio Maggiore




Y aquí estoy, a los pies de su basílica, también proyecto de Palladio. Por mi derecha tengo esta vista...



y por mi izquierda...



Como puedes comprobar, he llegado a ella en el mejor momento del día, a la hora del "tramonto". 

Si has leído otras entradas, te habrás dado cuenta de que tengo cierta obsesión por subir a los campanile de las iglesias (siempre y cuando no tenga que hacer colas pues, de lo contrario, ni me lo planteo) y si bien en otras ocasiones mi deseo de ascenso se ha visto truncado, en ésta ¡¡lo he conseguido!!. Si odias subir escaleras te diré que, en este caso, no tienes excusa, salvo que además tengas vértigo, pues la subida se hace en ascensor. 

Ya estoy arriba y mira lo que ven mis ojos. Como la proa de un barco, la punta de la Dogana se sumerge en el mar para abrirlo en dos, creando el Gran Canal y el de la Giudecca.



Girando hacia la derecha diviso parte del sestiere de San Marco que se une, nada más pasar el Palacio Ducal, al de Castello. 



Aquí, majestuoso, se alza  el campanile de San Francesco della Vigna.


Y si sigo girando puedo vislumbrar, a la altura del primer puente, la entrada a Vía Garibaldi y  más allá, los magníficos jardines de la Biennale


Por el lado contrario, la primera visión que tengo es la zona este de la Giudecca, acompañada por las islas de la Grazia, San Clemente y Sacca Sessola.


 Y ahora... la Giudecca al completo


Es el momento de bajar, al sol le está entrando sueño y empieza a refrescar en las alturas. 



De nuevo a sus pies, sigo impresionada por lo que se me muestra en esta tarde perfecta...


...ahora sé que Turner no se inventó sus preciosas acuarelas.



6 comentarios:

  1. MMMMMmmmmmm ¡Bacalao y un paseo por la Giudeca!
    Menos mal que hay cosas que le alegran a uno la mañana...

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    1. Me alegra saber que te la ha alegrado!!!

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    2. Me alegraría más si nos preparas un dia la receta. Y si no podemos pasarnos por La Revuelta y nos tomamos un bacalao rebozado con unas cañitas.
      Como ves no sólo sigo el blog. Además me he apuntado a los comentarios a pesar de mi rechazo a todo lo tecnológico. :)

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    3. Anónimo!!!! me encanta ver comentarios tuyos en el blog!!! y en cuanto a lo de la prepararla un día, eso está hecho, pero también me apunto a tomar en Revuelta unas cañas acompañadas por ese rico bacalao. El problema es que como no sé quién eres, lo tengo un poco difícil!!!

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  2. Vamos ver Alma de cántaro...
    A quien conoces que le guste el bacalao, que rechace la tecnología, que le hayas explicado recientemente como incluir comentarios en el blog y que sea tan torpe para no saber como poner su nombre en el perfil. Ah, y que tenga tiempo libre por las mañanas para escribir comentarios en ésta página porque no tiene ni conexión a la Intelnesss en casa para hacerlo por la tarde ni dispone de teléfono movil de high technology pa' conectarse al guasap.
    Ainssssss.....

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    1. Jajajaja!!!! pues claro que sabía quien era el escritor anónimo!!!! te he calado rápido. Y lo dicho antes sigue en pie!!!

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