En el barrio de Manuela...Malasaña



¡¡Ay Manuela, quién te ha visto y quién te ve!! Desde aquellos 80 hasta hoy has ido envejeciendo... como todos, pero esos liftings que te has hecho te han sentado a las mil Maravillas.

Recuerdo muchos lugares que a tus pies fueron creciendo pero, ya sabes, somos por naturaleza volubles, los gustos cambiaron y aquellos que eran el "no va más" desaparecieron para quedar solo en el recuerdo de algunos nostálgicos. Otros, poco a poco, empezaron a asomar tímidamente su nariz y ahí siguen, contra viento y marea junto a unos pocos de "los de toda la vida" y a unos muchos para los nuevos hipsters. Y dicho esto, es el momento de que nos demos una vuelta, ¿no? 



Metro de Tribunal y de ahí a la calle Colón 13 donde nos sale al paso la Bodega de la Ardosa, local que desde 1892 ha sabido enamorar a varias generaciones, con sus pintas de Guinness  y Pilsen bien tiradas o su vermut de grifo. Tortilla de patata con cebolla, como debe ser, o unos pepinillos rellenos para ser comidos de manera informal, sobre taburetes y mesas de tonel. Todo dependerá de tu apetito pues, su propuesta culinaria es tan amplia que seguro encontrarás algo acorde a tus gustos. Platos que recorren de norte a sur la geografía española.



En la esquina de la calle de Ruiz con la Plaza del Dos de Mayo, se encuentra otro de los lugares que también ha cumplido sus años, Cabreira. Fundado en 1969 y después de algunos cambios en su decoración, pero fiel a una comida sencilla, ofrece platos ricos y bien ejecutados: sardinas marinadas con salmorejo, chipirones a la plancha, cecina de León, berenjenas con miel y un largo etc. ¿Qué no sabes español? no te preocupes, Auri tratará de hacerse entender con buen humor, saber hacer y simpatía. Con buen tiempo, su agradable terraza hará que disfrutes de él por partida doble.


Posiblemente ya te hayas tomado un café e incluso una copa, pero si no es así, entonces casi a la vuelta de la esquina te encontrarás con tres sitios donde hacerlo y seguir hablando y hablando como antes, cara a cara y no por wasap. Te hablo del Café de Ruiz (Ruiz nº 11), El Parnasillo (San Andrés nº 33) e Isadora (Divino Pastor nº 14).



Todos dentro de una estética antigua, con sillas estilo thonet, bancos corridos de tapicería, mesas de mármol y lámparas de cristal.

Sitios apacibles de música relajada donde, quién sabe, puede que te encuentres con algún que otro actor después de su jornada en el Teatro Maravillas.

Después de esa larga sobremesa, quizá te apetezca hacer algunas compras como, por ejemplo, un bonito capacho para decorar un rincón de tu casa o colocar las patatas y cebollas que te traes del campo o de tu huerta urbana. 

Si es así, lo tienes fácil. Justo frente al café de la foto se encuentra, desde 1863, la Antigua Casa Crespo, paraíso de la alpargata en todos los colores del arcoíris. La familia Garbayo (algunos de ellos, viejos conocidos, que han dado clase de matemáticas a generaciones del IES Lope de Vega) se encargará de ofrecerte sus productos con simpatía y conocimiento de lo que se traen entre manos.



Si lo que te apetece son libros ¡¡sí, de esos en papel y con cubiertas, para llevarlos en la bici o llenar una maleta!! entonces, estás de suerte. 



Tuerce la esquina y te encontrarás con una pequeña librería, también sesentera, concretamente nacida en el 62 por el deseo de unas apasionadas de la lectura.

Te estoy hablando de Reno. Aquí, la locuaz y simpática Marisa, hija de una de las fundadoras y buena amiga desde hace muchos años, sabrá encontrarte lo que andas buscando. Comprar en sitios así, donde las personas saben, y mucho, de lo que están vendiendo, no tiene precio.



Si de ropa y complementos hablamos, entonces...te sentirás en el Paraíso. Por escondida que sea la calle, seguro que te toparás con una tienda donde pecar. Las hay para todos los gustos y ¡¡cómo no!!  vintage. 



Y junto a todos ellos, ahí siguen... silenciosos, esos locales cerrados a cal y canto que aún conservan su exterior revestido de azulejo. Recordatorio de los muchos que una vez adornaron Madrid y que, por desgracia, acabaron detrás de revocos simplones y sin ninguna gracia.

Confío en que, aquellos que se decidan por darles otra oportunidad, sepan conservarlos  y sacarles el partido que se merecen.  







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